El Shincal,
Ciudad Inmortal del Imperio Incaico[1]
Ciudad Inmortal del Imperio Incaico[1]
Llegar a Belén de noche es una suerte y una desgracia. Desgracia porque nos perdemos la contemplación primera del desierto, la llanura inmensurable y el viento. Una suerte, porque avanzamos en la oscuridad desentendidos de los rigores de los crudos inviernos y los sofocantes veranos para llegar a una ciudad toda verde, llena de vida y caras sonrientes.
Esperando descubrir el secreto de la ciudad inmortal, la fundada cinco veces, la Londres de Catamarca, me encontré una noche lluviosa munido de una carpa y un mapa en el centro mismo de Belén, una ciudad vecina. Entonces tuve el primer contacto con aquella cultura, descendiente directa de los bravos calchaquíes. De aquellos grupos de guerreros se recuerda su valor, su espíritu de lucha, sus grandes caciques: Juan Chelemin, Juan de Calchaquí y Pedro Chumay, quienes encabezaron un alzamiento, quizás el más importante y prolongado de que se tenga cuenta. Expulsando a los invasores de la ciudad de Londres en el año 1630, la resistencia los mantiene alejados por tres años, sucumbiendo luego ante el poder de fuego español, mucho mayor y moderno. Los grandes caciques fueron desmembrados y expuestos para escarmiento.
Todos estos recuerdos fluían en mi mente cuando conocí por vez primera la calidez de los habitantes de la zona, mi pobre carpa de mochilero jamás salió de su saco, espontáneamente recibí invitaciones para alojarme en casas particulares de gente que luego sirvió de guía en mis recorridos.
La ciudad de Londres recibe su nombre como fruto de un homenaje que le rinde el fundador a las nupcias de Felipe II con María Tudor en 1558. Pensada como un eje entre Santiago del Estero y Chile, Juan Pérez de Zurita funda, cuando no, una ciudad ya existente.
Fue en 1470 cuando da inicio en el lugar la construcción de la capital incaica que formaba parte de la avanzada del Imperio del Tawantinsuyo en territorio calchaquí. De arquitectura semejante a otras existentes en el Cusco, El Shincal toma su nombre de los Shinqui, especie de arbusto de la zona.
Muchos datos cargaba en mi imaginario pero aun faltaba el contacto real con las ruinas. Luego de una breve caminata por calles de tierra y arena, plagada de flores silvestres encontramos el rastro del antiguo centro administrativo. Entonces todo cuanto sabía quedo olvidado, la sorpresa, la fascinación, todo era poco ante el espectáculo de las ruinas del Shincal.
Dos morros o colinas de unos 25 metros de alto, elevados de su altura natural artificialmente custodian el centro cívico. Frente a lo que fuera la plaza de armas, el morro principal con una escalinata de más de cien peldaños nos conecta con una plataforma dedicada seguramente al culto de Inti.
Un acueducto de tres kilómetros de longitud acercaba las aguas del río Quimivil, los almacenes acopiaban los frutos de la zona y en el centro de la ciudad, el Ushnu, o trono, el más grande al sur del Cusco y residencia del Curaca o gobernador, que allí sentado presidía ferias, desfiles militares y recuas de llamas cargadas de metales rumbo a la capital del Imperio.
Centro administrativo y de culto, espacio de redistribución de bienes, capital de una provincia del imperio, El Shincal brillo por 60 años. Nacido del movimiento expansivo que propicia el Inca Pachacútec, es Tupác Inka Yupanqui quien en 1471 domina a los diaguitas y calchaquíes, organizando la explotación de las minas de oro, plata, cobre y estaño, a tan solo una jornada de El Shincal.
Es allí donde Zurita funda Londres, de allí lo corre el levantamiento de Juan Chelemín en 1636, obligando a una nueva fundación de Londres.
La gesta de Chelemín duro tres años. Desde entonces y hasta su descubrimiento en 1901 el silencio, el monte de shinquis y el olvido fue todo lo que quedó del antiguo esplendor. El recorrido casi fantástico por las ruinas nos obliga a pensar en la también casi fantástica caída del Incario, vasto y poderoso imperio.
Es fácil confundirse ante estas cuestiones. Pero con solo caminar por las calles de Londres y Belén actuales podemos encontrar un poco de luz en estas cavilaciones. La gente, que día a día afronta el recio sol con sus rostros cobrizos, con sus usutas de factura casera nos señala algunas respuestas. Nos susurra la memoria viva de las antiguas glorias y el orgullo y la esperanza del presente.
Esperando descubrir el secreto de la ciudad inmortal, la fundada cinco veces, la Londres de Catamarca, me encontré una noche lluviosa munido de una carpa y un mapa en el centro mismo de Belén, una ciudad vecina. Entonces tuve el primer contacto con aquella cultura, descendiente directa de los bravos calchaquíes. De aquellos grupos de guerreros se recuerda su valor, su espíritu de lucha, sus grandes caciques: Juan Chelemin, Juan de Calchaquí y Pedro Chumay, quienes encabezaron un alzamiento, quizás el más importante y prolongado de que se tenga cuenta. Expulsando a los invasores de la ciudad de Londres en el año 1630, la resistencia los mantiene alejados por tres años, sucumbiendo luego ante el poder de fuego español, mucho mayor y moderno. Los grandes caciques fueron desmembrados y expuestos para escarmiento.
Todos estos recuerdos fluían en mi mente cuando conocí por vez primera la calidez de los habitantes de la zona, mi pobre carpa de mochilero jamás salió de su saco, espontáneamente recibí invitaciones para alojarme en casas particulares de gente que luego sirvió de guía en mis recorridos.
La ciudad de Londres recibe su nombre como fruto de un homenaje que le rinde el fundador a las nupcias de Felipe II con María Tudor en 1558. Pensada como un eje entre Santiago del Estero y Chile, Juan Pérez de Zurita funda, cuando no, una ciudad ya existente.
Fue en 1470 cuando da inicio en el lugar la construcción de la capital incaica que formaba parte de la avanzada del Imperio del Tawantinsuyo en territorio calchaquí. De arquitectura semejante a otras existentes en el Cusco, El Shincal toma su nombre de los Shinqui, especie de arbusto de la zona.
Muchos datos cargaba en mi imaginario pero aun faltaba el contacto real con las ruinas. Luego de una breve caminata por calles de tierra y arena, plagada de flores silvestres encontramos el rastro del antiguo centro administrativo. Entonces todo cuanto sabía quedo olvidado, la sorpresa, la fascinación, todo era poco ante el espectáculo de las ruinas del Shincal.
Dos morros o colinas de unos 25 metros de alto, elevados de su altura natural artificialmente custodian el centro cívico. Frente a lo que fuera la plaza de armas, el morro principal con una escalinata de más de cien peldaños nos conecta con una plataforma dedicada seguramente al culto de Inti.
Un acueducto de tres kilómetros de longitud acercaba las aguas del río Quimivil, los almacenes acopiaban los frutos de la zona y en el centro de la ciudad, el Ushnu, o trono, el más grande al sur del Cusco y residencia del Curaca o gobernador, que allí sentado presidía ferias, desfiles militares y recuas de llamas cargadas de metales rumbo a la capital del Imperio.
Centro administrativo y de culto, espacio de redistribución de bienes, capital de una provincia del imperio, El Shincal brillo por 60 años. Nacido del movimiento expansivo que propicia el Inca Pachacútec, es Tupác Inka Yupanqui quien en 1471 domina a los diaguitas y calchaquíes, organizando la explotación de las minas de oro, plata, cobre y estaño, a tan solo una jornada de El Shincal.
Es allí donde Zurita funda Londres, de allí lo corre el levantamiento de Juan Chelemín en 1636, obligando a una nueva fundación de Londres.
La gesta de Chelemín duro tres años. Desde entonces y hasta su descubrimiento en 1901 el silencio, el monte de shinquis y el olvido fue todo lo que quedó del antiguo esplendor. El recorrido casi fantástico por las ruinas nos obliga a pensar en la también casi fantástica caída del Incario, vasto y poderoso imperio.
Es fácil confundirse ante estas cuestiones. Pero con solo caminar por las calles de Londres y Belén actuales podemos encontrar un poco de luz en estas cavilaciones. La gente, que día a día afronta el recio sol con sus rostros cobrizos, con sus usutas de factura casera nos señala algunas respuestas. Nos susurra la memoria viva de las antiguas glorias y el orgullo y la esperanza del presente.
[1] El Shincal se encuentra a 6 kilómetros de la ciudad de Londres, a 9 de Belén que es la cabeza departamental y a 300 de San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina.
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