NOSTALGIA I
Desde un tiempo a esta parte, la nostalgia me impide reposar en la leve y neutra complacencia que cargo como karma y maldición desde hace no sé cuanto... me obliga a flotar en lo indistinto, a perder ciertas referencias, a vivir a la intemperie atado a los jirones ásperos del tiempo... Nostalgia... Nostalgia... Hay días cuando las "saudades" me arrinconan contra las fauces del dolor, del dolor de no disfrutar los paisajes, los lugares, las costumbres, las comidas y bebidas de mi ciudad... Hay días cuando recuerdo aromas en las cuales me deleité cuando niño, olores de tierra mojada, de ríos crecidos, de eucaliptos y ficus que aún pueblan la ciudad, exhalaciones del te de las cinco de la tarde, de emolientes y mejunjes en sus plazas, de humitas y pachamancas en sus festividades... Recuerdo a Huánuco envuelto en un suave paño de polvo a la media tarde de un día cualquiera, pero también sus calles tranquilas y soñolientas de las once de la noche, el brillo desmesurado del día instalado como fervor en sus media mañanas, los gritos-susurros-hablas-giros de pañacas-comadres- paisanos-citadinos que se entremezclan como rumor o voz de la urbe en sus calles: es una ciudad que sonríe, que cobra vida, que corre, que rumorea, que extraño...Tengo un dolor, y sé que es nostalgia, ese sentirse perpetuamente lejos de casa; ... esta nostalgia es si se quiere una teología sentimental, pero también una almohada para mis fatigas... "Recordar es una forma de encontrarse", escribió Norberto Wallt -un joven poeta y pintor huanuqueño-, y creo, creo que encontré al niño y adolescente que fui cuando poblé Huánuco, la ciudad que nunca podré arrancar, expulsar, olvidar o exiliar de mi aun joven, tormentosa y lúcida memoria... En mi, Huánuco es un pedazo de carne que algunos osan llamar corazón (excúsenme si la frase les parece almibarada), es también un breviario -una fuente inagotable- donde se solazan para darse un baño reparador, las tormentas de mi soledad...
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